La Voz del Sur Jerez

José Mejías. Attac Jerez.

Jose MejíasRecuerdo que hace 15 o 20 años, en un encuentro en Jerez sobre inmigración, un chico guineano, del que no recuerdo el nombre, nos explicaba que ni la ley de extranjería (entonces nos manifestábamos contra ella) ni las medidas policiales fronterizas, frenarían la inmigración desde el norte de África.

El efecto “llamada”, que entonces esgrimía la derecha refiriéndose a la debilidad de nuestra leyes, no era el de una legislación que tendía a las regularizaciones (como la española de entonces) sino el de la demanda de obra barata y sin derechos en España y en Europa. Es decir, los movimientos migratorios obedecían básicamente, aunque no únicamente, a causas de carácter económico. Nos contaba como los jóvenes más activos e informados eran los más predispuestos a salir de sus países, como forma de buscar su propio sustento y, sobre todo, de ayudar a sus familias.

Nos cuestionaba con sencillez: ¿alguno de vosotros abandonaría su pueblo, su ciudad, a su familia, sus amigos, su cultura, su paisaje, sin saber a ciencia cierta cuándo y cómo volveríais, y con la perspectiva de tener que vivir en un país y con una gente totalmente extraña, quizá fría u hostil?. ¿Os gustaría dedicar vuestra vida a estudiar ingeniería, derecho o historia y tener que abandonar todo para trabajar en una obra, como empleada interna en una casa o 12 horas de camarero?. ¿Os gustaría vivir en una aldea donde te ves pudrirte a ti y a tu familia, que te cuenten las maravillas de un paraíso llamado Europa y no poderte mover de allí.? ¿Os gustaría tener que entregaros a mafias de vuestros propios compatriotas o vecinos, a los que tendrías que pagar durante media vida, para que te faciliten este viaje y que tienen como rehenes a vuestras familias?.

Hoy en España echamos a nuestros jóvenes más activos y formados porque nuestro país no les ofrece ni trabajo, ni casa, ni futuro. El perfil del expatriado español se corresponde con el de un joven de entre 25 y 35 años, altamente cualificado y sin cargas familiares, que tan solo hasta 2012 llego a más de 300.000. El paro juvenil en España alcanza el 57%. Muchos marchan por necesidades económicas, básicamente por no ser una “carga” para sus economías familiares y por lograr su lógica independencia económica y social.

Pero si la situación no cambia, mejor dicho, si no logramos acabar con esta puta estafa, terminaremos mandado a nuestros jóvenes a trabajar a otros países, no ya para su propia supervivencia, sino para que nos manden dinero a casa, para ayudar a mantener a sus familias.

¿Nos imaginamos que esos jóvenes, nuestros hijos e hijas, tuvieran que comprometer sus pocos ahorros o sus supuestos ingresos económicos futuros en pagar a unos desalmados que les “ayudan” a sortear el camino y les terminan dejando aparcados ante una alambrada asesina, al otro lado de la cual se encuentra el paraíso?. ¿Nos los imaginamos nadando en la noche entre disparos desde lanchas amenazadoras y una barrera de hombres uniformados en una playa? ¿Nos los imaginamos muertos y que el Ministro del Interior del país que es puerta del “paraíso” diga que cumplían con su deber y que se actuaba dentro de la legalidad? ¿Nos lo imaginamos? Pues eso ha pasado en Ceuta, delante de nuestras narices, hace tan solo unos días.